el tiempo de la gran apostasía,
después seré la fiel feligresía
en brazos de la Iglesia fuerte y pura.
Veré brotar, con toda su hermosura,
al pueblo de Jesús y de María;
cantaré sus victorias ese día
a los pies de la Cruz y su ternura.
Nunca vieran mis ojos tanta Gloria
teniendo solamente la razón,
inclinada, por débil, hacia el mal.
Si no alcanzara invicto la Victoria
tan grande de la Fe en el corazón
amando al Buen Jesús en tal final.
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