TO AMBER.
¿será mi corazón su nuevo cielo?,
quisiera ver morir en mí el anhelo
y dejar de pensar si así será.
Me dice el eucalipto: «pasará,
el sol derrite siempre el duro hielo»...
las gradas le contestan con el duelo
y grita el eternit: «¡revivirá!».
Pueden volar las notas breves, suaves,
pueden vagar por siempre mil amantes
o hallar a nuestro Dios por fe en Asís.
Pero no olvidarán aquellas aves
esos latidos siempre tan constantes
en las eternas tardes de París.